Resumen: Teresa Belton, investigadora inglesa, destaca la importancia del aburrimiento para fomentar la creatividad en los niños. Los momentos de aburrimiento también son necesarios, especialmente en las fases en que hay crear la propia capacidad de iniciativa.

2434524_sTeresa Belton es una investigadora inglesa, experta en problemas de la infancia y del aprendizaje y que ha realizado su tesis doctoral con una investigación sobre la influencia de la televisión y los videos en la capacidad de contar historias de los niños entre 10 y 12 años. Ahora ha publicado un estudio (Belton, T. (2008) «A Fresh Look at Boredom«, Primary Leadership Today, Issue 13) sobre el aburrimiento, y encuentra una conexión entre aburrimiento y creatividad a través de entrevistas a artistas y escritores sobre recuerdos de la infancia.

El aburrimiento es una emoción que se dispara cuando no hay emociones y nos incita a movernos para buscar algo que nos interese, que nos emocione. No podemos vivir sin sentir, sin alguna emoción y el sistema emocional se ha proporcionado este sistema. No podemos vivir sin movernos, no podemos vivir sin cambio y el aburrimiento es el modo que el sistema emocional tiene para conseguirlo.

Lo novedoso de la aportación de Teresa Belton es que son necesarios a nuestro sistema esos momentos de aburrimiento. Se trata de los momentos de reelaboración interna que nos permiten enfocar las cosas de un modo diferente. Aunque el aburrimiento sea una emoción desagradable es una emoción importante porque da lugar a una intensa reorganización de intereses. Es un parón que permite darse cuenta del mundo de otra forma reorganizarlo. Las reorganizaciones del mundo son las que permiten la creatividad. Estamos ante una emoción desagradable pero, como todas, positiva para la persona.

En esto el aburrimiento tiene una similitud con la tristeza, que también es un momento de reorganización interna y también un momento intensamente creativo. La diferencia entre ambas es que la tristeza se refiere a vínculos, a pérdidas en la vinculación afectiva. En el aburrimiento no hay tal perdida, los vínculos están presentes, pero ya no proporcionan satisfacción. Por ello hay que «rebuscar» en ellos para encontrar algo que nos proporcione de nuevo ese cosquilleo de excitación que nos hace movernos a por metas. En el aburrimiento la percepción emocional es que no hay nada, y realmente lo hay, pero no hay nada que en ese momento nos interese. Esa toma de conciencia va a llevar a reelaborar, a reelaborar nuestra relación afectiva con el mundo.

Lo significativo de las investigaciones de T. Belton es que el aburrimiento es necesario en la infancia. Demasiada activación, una hiper-estimulación, sin tiempos de aburrimiento y, por tanto, de reelaboración, mata o al menos reduce la imaginación y la creatividad. No podemos dar todo hecho a los niños, ellos tienen que crear su propio mundo, por eso hay que dejarles los momentos para que se aburran e inventen. El sistema emocional tiene una propia dinámica y una propia forma de adaptación. Hay que dejarle los espacios, tener paciencia y dejar que el niño se busque sus propios caminos. Televisión todo el tiempo, juguetes demasiado elaborados, dejan poco espacio a la propia elaboración, a la propia iniciativa.