La emoción es un proceso, un flujo. La emoción es un elemento dinámico de la interioridad, no se mantiene igual y el transcurso del tiempo la modifica. Es decir no es una situación estable, tiene comienzo y tiene (debería tener) final. Ese proceso está dirigido a la satisfacción de una necesidad, es decir, cuando la persona satisface la necesidad, la emoción finaliza, desaparece, dejamos de percibirla. En casi cada uno de los momentos sucesivos de ese proceso podemos interrumpirlo. Es decir, no está escrito que el proceso de una emoción llegue a su final siempre que se pone en marcha. Cuando se interrumpe lo que sucede es que la emoción no desaparece, se almacena y va a estar ahí hasta la satisfacción de la necesidad. Una necesidad del organismo vivo que haya aparecido y sea detectada por el sistema emocional no desaparece a no ser que se satisfaga. Por esto, cuando interrumpimos la emoción se almacena, el organismo la conserva porque le interesa “saber” que la necesidad no está satisfecha. […]