Carolina Pérez Ruiz. Maestra Audición y Lenguaje, Especialista en Psicología Positiva  e Inteligencia Emocional. EMOTIVACPC. www.emotivacpc.es

Desde que somos pequeños, buscamos la forma de comunicarnos con el mundo ya sea a través de gestos, la palabra, la música, el baile, construyendo, dibujando… La expresión artística es un recurso inherente al ser humano.

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Todas las personas tienen la capacidad de expresarse mediante cualquier técnica plástica o artística, no hay una medida marcada en cuanto a ser creativos. Nuestras creaciones artísticas pueden ser más o menos elaboradas, con materiales tan abiertos y diversos como nuestra destreza e imaginación desee, o con aquellas cosas que tenemos a nuestro alrededor… La medida del arte está en no ser medible, pero ofrece un punto de vista único de cómo cada uno de nosotros interpretamos el mundo. Por ello, me parece que la actividad de educación artística es un espacio y herramienta muy rica para trabajar a nivel emocional con los alumnos, porque todos tienen en sí mismos, esa capacidad diferente y especial de crear.

Si bien es cierto que hay una parte de la asignatura de plástica que debe evaluarse a nivel curricular, existe un margen para usar la expresión artística del alumno, tanto a nivel individual como grupal, para llegar a esos rincones emocionales, valores y creencias… y poder trabajar a nivel preventivo muchos aspectos socioemocionales de manera transversal, atractiva y lúdica para los alumnos. Así como convertir ese tiempo en objeto de observación y evaluación de grupo por parte del maestro.

Cuando las actividades que proponemos en aula tienen unas directrices cerradas y dejan poco margen para la creatividad, es más fácil encontrar desmotivación para aquellos que tienen mayores dificultades a nivel motriz, con el uso de alguna técnica concreta… ya que el mensaje que ha ido recibiendo cuando sus producciones no se asemejaban al modelo propuesto han favorecido la creencia de “no soy bueno en manualidades”. Sin embargo, cuando el objetivo no se centra en el producto sino en el proceso vivencial de la creación, nuestro espacio de observación, reflexión con ellos, la apertura a compartir y participar de sus obras crece y, al mismo tiempo, la autoestima y sentimiento de pertenencia al grupo aumenta.

A continuación voy a compartir algunos ejemplos de actividades tipo, para trabajar la inteligencia emocional junto con el arte en el aula:

  • Contención: usando material de forma muy restrictiva, de modo que tengan esa necesidad de adaptar su producción a los recursos, o usar estrategias para conseguir más material de sus compañeros.
  • Derroche: que puedan usar todos los materiales que estén a su alcance, que la producción sea ilimitada, aunque la pauta dada no hable específicamente del tamaño.
  • Individual: que el trabajo se centre en uno mismo, con sus propios intereses, motivaciones, ideas…sin necesidad de consensuar…a partir de un tema.
  • Grupales aleatorias: que hagan que los alumnos se mezclen, y romper grupitos y provocar comunicación, cooperación, consenso y democracia entre compañeros.
  • Producciones de gran grupo: se puede proponer una actividad en la que participen el total del grupo clase, con las dificultades que eso conlleva para el reparto de tareas, ver cómo se resuelven conflictos, tipos de liderazgo que pueden surgir…
  • Producciones rápidas: donde se provoquen situaciones de estrés, frustración, enfado por no poder terminarlas…
  • Producciones cortas: en las que se necesite muy poco tiempo, por ser objetivos más cerrados y dados por el adulto, sencillos…
  • Para exponer: creando un espacio para compartir con sus compañeros, observar y dar valor a todas las producciones y ver también, las rivalidades y competencia…
  • Crear ideas de otros: se trata de dar forma a las ideas de otros compañeros y analizar después cómo se han sentido ambos, frente a las expectativas y el miedo a ser juzgados…
  • En juego de roles: realizar el trabajo bajo algún hándicap limitante (sin una mano, sin ver, con los pies…).
  • Con música: crear libremente a partir de la emoción que nos genera escuchar un tipo de música determinada. Lo ideal es que se alternen y observar cómo nos transformamos nosotros y también nuestra producción.
  • Representación de emociones a partir de personajes en cuentos: reproducir personajes a partir de información que se nos da sobre ellos: su carácter, profesión, tipo de vida… omitiendo descripción física… para observar las ideas y creencias, posteriormente la empatía…

Lo importante de estas actividades tipo, es el tiempo en el que se vivencian y el que dedicamos después de realizarlas, a reflexionar sobre el proceso vivido, poner nombre a las sensaciones y emociones que nos ha proporcionado la actividad antes, durante y después… La incertidumbre de la tarea, las expectativas propias y del resto de compañeros, las dudas o seguridad sobre lo que estaba haciendo, cambios de opinión mientras trabajaban, relaciones de ayuda, la comunicación con los compañeros…

Es aquí donde el papel del maestro es tan importante, sus preguntas serán las que despierten esa reflexión y les ayude a dar nombre a las emociones experimentadas… su rol es el de guía, observador y facilitador de la experiencia. A la vez que tiene que dar tiempo  para identificar, integrar, expresar… es mediador en la actividad y este tiempo de compartir es ideal para hacer grupo y dar protagonismo a cada uno de sus alumnos.

Sentir que existe un espacio diferente para la expresión, sin ser evaluado su trabajo por el producto final, es una oportunidad para que los alumnos se abran al adulto y a sus compañeros. Genera comunicación, nuevas relaciones, aumenta la autoestima, seguridad y el sentimiento de pertenencia al grupo, mientras desarrolla habilidades sociales.