Resumen:En el tercer nivel aparece hablar con la propia opinión. Hacerse cargo de la propia palabra es el avance. Ser persona es precisamente ser una palabra que se expresa en el mundo, un punto de vista original y único. Aparece un sujeto, el yo, que se establece como causa libre. Nos encontramos muy centrados en la razón. La razón funciona siempre con universales, con conceptos, pone etiquetas a todas las cosas.

Abordamos ahora el tercer nivel de comunicación interpersonal, que consiste en hablar en primera persona y expresar la opinión que se tiene del tema. Este es un avance en implicación personal de la comunicación muy importante, pasamos del impersonal al yo. Es el yo quien afirma, las opiniones están referenciadas a un sujeto que se hace cargo de ellas.

Hacerse cargo de la propia palabra es un avance en la calidad de la propia comunicación muy importante, con grandes consecuencias para la persona y para su entorno. Se sabe quien habla, que ha dicho y que es responsable. Desarrollarse como persona va de la mano con este hacerse cargo de la propia palabra. Ser persona es precisamente ser una palabra que se expresa en el mundo, un punto de vista original y único. Ser persona, desarrollarse como persona,  no es cualquier cosa, hay que tener en cuenta que el peso de la palabra puede ser muy grande en ocasiones. Ese peso es el que mide la valía de la persona, el crisol donde se forja su capacidad de comunicación, de ser realmente palabra.

Lo significativo de este nivel es que aparece un sujeto, el yo, que se establece como causa libre, eso significa precisamente ser sujeto: intervenir como agente activo y libre en el mundo de los objetos, un mundo que el sujeto puede conformar, y sobre el que puede actuar organizado por su razón. Precisamente por la aparición del sujeto el avance en la conformación de la persona es determinante.

El trabajo de este nivel de comunicación es elaborar una propia opinión personal. Eso es tarea para toda la vida, pero muy especialmente de los años escolares. La educación se ha centrado en el aspecto humano que consiste precisamente en saberse manejar en el mundo de las opiniones y elaborar una propia. Nos encontramos muy centrados en la razón, nos encontramos en un mundo de objetos, la razón debe organizarlos, convertir la selva en mundo civilizado, en el mundo del hombre, que es siempre en primer lugar un mundo de ideas. El mundo del hombre es un mundo de ideas encarnado: cultura, en este nivel estamos todavía en las ideas.

Influye poderosamente en considerar este nivel de comunicación como casi el único o al menos como el verdaderamente importante, el sesgo que ha tomado la educación, lo que denominamos resultados académicos, en occidente en los dos últimos siglos. La enseñanza de la escuela se encuentra fuertemente centrada en la razón, dejando de lado otros aspectos del hombre y también, por tanto, de la comunicación humana. Es un desarrollo de la razón a través de diversas disciplinas, centralmente matemáticas y lengua. Se llaman así, disciplinas, precisamente por su carácter de entrenamiento, de proporcionar una capacidad para poder moverse de una forma organizada dentro del mundo de las ideas y los conocimientos. El reducido prisma del hombre hace que en realidad la escuela no introduzca en el mundo o en la sociedad, sino solamente en el mundo de las ideas. Para poder manejarse de verdad en el mundo real la persona deberá desarrollar muchas capacidades en las que la escuela introduce muy precariamente y que complementa esta formación tan centrada en la razón, porque el hombre es además de razón, emociones, que conllevan capacidad de conocimiento propio y de relaciones con los demás, sensibilidad, que es capacidad de arte y creatividad, capacidad de trabajar con sus manos, de modificar los objetos y de moverse. La educación siempre ha tenido dificultades para formar a la persona integral, para su vida.

La limitación más grave de este nivel es que la razón funciona siempre con universales, con conceptos, pone etiquetas a todas las cosas y se le escapa el ser singular, particular, el ser que es único. Habla de mesas, pero no conoce la mesa de mi salón, ni su textura, ni su utilidad, ni, sobre todo, su relación conmigo.

La tentación de la razón es grande para el hombre, es un mundo organizado, donde las cosas encajan, la lógica funciona. Pero la razón sola engendra la utopía y se pierde las personas singulares. Hemos engendrado con la razón grandes organizaciones, como puede ser por ejemplo el Estado, pero el Estado no tiene compasión y acaba organizándose en lógicas de poder que pierden las realidades singulares de las personas. Los Estados, la política, actúa siempre leyes de grandes números, pero estas originan grandes injusticias, pues las personas concretas se quedan fuera constantemente a las clasificaciones y condiciones que establece.

La comunicación humana no se acaba en tener una opinión propia.