Paul Ekman, El rostro de las emociones, Signos que revelan significado más allá de las palabras. Ed. RBA, Barcelona 2004.
Estamos ante un libro fundamental para todo aquel que quiera trabajar las emociones y entender cuál es su función y cómo pueden reconocerse. En la historia de la investigación sobre las emociones Paul Ekman constituye un hito fundamental. Sus investigaciones sobre el reconocimiento de las emociones básicas en diferentes culturas, trabajo realizado desde 1965, ha establecido definitivamente que la expresión facial de las emociones es un rasgo intercultural, es decir, un niño de cualquier cultura es capaz de descubrirla en el rostro de cualquier otro niño perteneciente a una cultura diversa. El que sea un niño es importante, ya que a lo largo de la vida el rostro va variando debido a las diversas experiencias que vivimos, de modo que la nitidez que la expresión espontánea de las emociones se va difuminando con el paso del tiempo.
La solidez de la investigación se debe a que el punto de partida, es decir, la hipótesis de trabajo era exactamente la contraria: Ekman buscaba probar que la expresión de las emociones esta fundamentalmente determinada por la pertenencia cultura. Ekman pertenece a una generación de científicos que excluía las emociones del terreno de la ciencia. Esta idea resulto no ser cierta y las emociones saltan la barrera cultural para convertirse en elementos pertenecientes de modo universal a la raza humana. El hecho es indudablemente coincidente con las modernas investigaciones de la neurociencia, pero en el momento significó un cambio fundamental. Las emociones podían ser estudiadas y utilizadas por la ciencia en toda la raza humana, es decir se convertían en objeto de lo que se consideraba ciencia experimental y no dependen de las variaciones de lo que se denomina cultura.
Ahora ya sabemos, y por supuesto, Paul Ekman también ha contribuido a ello, que no es solo el rostro lo que modifica la emoción, sino en realidad todo el cuerpo. El rostro es sencillamente la variación más evidente. La conexión entre cuerpo y emociones queda sólidamente establecida, solo ha sido cuestión de tiempo comenzar a descubrir cómo funciona el instrumento para esa conexión, instrumento que no es otro que el cerebro.
El descubrimiento abrió también la puerta al increíble avance que ha experimentado el lenguaje no verbal o corporal en los últimos 40 años. Paul Ekman ha estado en la punta de lanza de todos esos descubrimientos, siendo una de las mayores autoridades mundiales en el campo. Las emociones se encuentran, por tanto, también en el centro de la comunicación y de las relaciones, son las señales universales para conocer cómo se encuentran los demás. La intención práctica con la que Ekman ha trabajado durante muchos años queda patente a lo largo de su exposición.
El libro es un compendio de todo el trabajo de Paul Ekman a lo largo de 40 años y ha sido escrito de modo que pueda servir de ayuda práctica para la gestión de emociones. Esto lo convierte en un instrumento de fácil lectura y asequible a todos los lectores, pues está escrito con una intención de divulgación.
Opinión: a nuestro parecer estamos ante un libro necesario para cualquier profesional que deba gestionar emociones. Es ya historia de la ciencia y sus aportaciones forman parte del acervo cultural. Es especialmente importante para comprender el lenguaje no verbal y poder utilizar este de un modo práctico en la comunicación.
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